Beschreibung:

Óleo sobre tela. Firmado y fechado en 1930. 81 x 65 cm. Procedencia: - Probablemente de la Galería Zervos. Regalo de Stamos Zervos (hermano de Christian Zervos) a Mme. Simon Gravel, amiga íntima de la familia Zervos, y por descendencia a su nieta. Viñes fue uno de los pintores de las vanguardias históricas. Como bien indicaba el crítico Fernando Calvo Serraller, en el artículo que publicó en la crónica del diario El País con motivo de la muerte del pintor, fue uno de los que: “durante las décadas de entreguerras, desarrollaron una estética entre el poscubismo y el surrealismo, pero, sobre todo, un refinado gusto pictoricista moderno, tal y como efectivamente se manifestó en los cuadros de Bores, Peinado, Manuel Ángeles Ortiz, Cossío, De la Serna o el propio Viñes”. La obra que presentamos, se encuadra en un momento muy significativo de la vida artística de Viñes. Instalado ya en París desde 1919, se forma inicialmente en el taller de arte sacro del pintor Maurice Denis además de estudiar dibujo en la Académie de la Grande Chaumière, para posteriormente movido por sus inquietudes vanguardistas formarse en los estudios de André Lhote y de Severini. En 1923, gracias a su tío, el reconocido pianista Ricardo Viñes, Manuel de Falla le encarga realizar los decorados y figurines, junto a Manuel Ángeles Ortiz, para el estreno en París de su obra, “El retablo de Maese Pedro”. Gracias a este hecho conocerá a quien será un amigo para toda la vida, Luis Buñuel encargado de la dirección escénica de la obra en Ámsterdam Un año más tarde conoce a los críticos artísticos Teriade y Christian Zervos, fundador y director de Cahiers d'Art, revista que se convierte en esos años en el máximo exponente del arte y arquitectura de vanguardia. Zervos publicó numerosos artículos proclamando la calidad de la obra de Viñes. El clima estético del París de los años ’20, se resume muy bien en el texto de Ana Vázquez de Parga para el catálogo de la exposición “Istmos. Vanguardias españolas 1915-1936” de la que fue comisaria: “ Entre 1925 y 1927, a través de los pintores que ya están en contacto con París, aparece un “neo-cubismo” marcadamente influenciado por la pintura de Braque, y que, entre el 27 y el 29, se transforma en la llamada “pintura-poesía”, o “plástica-poética”, tendencia que parece imponerse por entonces en el círculo cercano a Picasso, alentada por Zervos y Tériade, desde los “Cahiers d’Art”. Borès, Viñes y Cossío a la cabeza, arrastran a un buen número de artistas españoles, dentro y fuera de nuestras fronteras” En 1929 participa en la exposición del Jardín Botánico de 1929 en Madrid, donde por primera vez se presentan por primera vez los pintores españoles que trabajan en París, muestra en la que estuvo flanqueado por algunos de sus mejores camaradas y amigos, como Bores, Cossío, Gris, de la Serna, Olivares, Peinado, Picasso, Pruna, Manolo, Gargallo, Fenosa, etcétera. Participa esos importantes años en numerosas exposiciones individuales y colectivas al lado de los artistas más importantes de la época, Bores, Picasso o André Beaudin compartieron de forma habitual exposiciones con Hernando Viñes Destacando dos que tuvieron lugar en París, en la Galerie Percier en 1928 y en la Galerie Vavin – Raspail en 1930. En sus viajes a Madrid, coincidió con artistas de la Generación del 27 como Rafael Alberti o Benjamín Palencia Su obra está representada entre muchos otros en Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo Patio Herreriano de Valladolid, Centre Georges Pompidou, París, Musée d'Art Moderne de la Ville de Paris, Musée Zervos en Vézelay, Artium, Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo, Vitoria-Gasteiz, Museo de Arte Contemporáneo de Praga, Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires etc.