Arqueta eucarística. Hacia 1600. Madera policromada y dorada. Medidas: 17 x 18’5 x 12 cm. La caja consta de una base moldurada y presenta un cuerpo rectangular, con tapa abovedada, unida al cuerpo mediante clavos enlazados, como era habitual desde la edad media. Tanto el cuerpo de la caja como la tapa han sido recubiertas de una fina capa de estuco que sirve de base al pan de oro con el que se ha dorado todo el objeto. Además de este dorado, la caja se decora con tres cenefas en rojo y azul. En las cenefas rojas, que ornan el pie y la embocadura de la caja, se ha dibujado, mediante la técnica del esgrafiado, un sencillo diseño geométrico a base de círculos, flores de lis y estrellas. En la cenefa central, azul, se ha esgrafiado un texto en letras capitales romanas, ahora parcialmente perdido. Los fragmentos legibles, “O sacrum convivium in quo Christus sumitur recolitur” pertenecen a un texto latino en honor de la Eucaristía que se incluye en el la antífona del oficio de Vísperas y cuya autoría se atribuye a Santo Tomás de Aquino. Este texto permite establecer que la caja fue empleada en origen para conservar la reserva eucarística, esto es, la hostia consagrada, hasta su empleo en la comunión del sacerdote y los fieles a lo largo de la liturgia de la misa. A lo largo de la baja edad media se fue creando una gran conciencia de la importancia de guardar y mostrar con decoro e incluso de forma suntuosa la Sagrada Forma o Eucaristía, y a este fin fueron creadas diversas tipologías de objetos, las más antiguas de las cuales fueron las arquetas eucarísticas, cajas como la que ahora presentamos, bellamente decoradas, que se disponían sobre el altar, a la vista de todos los fieles. Más tarde se crearon los ostensorios, que permitían ver directamente la eucaristía, aunque las cajas se siguieron empleando.
Arqueta eucarística. Hacia 1600. Madera policromada y dorada. Medidas: 17 x 18’5 x 12 cm. La caja consta de una base moldurada y presenta un cuerpo rectangular, con tapa abovedada, unida al cuerpo mediante clavos enlazados, como era habitual desde la edad media. Tanto el cuerpo de la caja como la tapa han sido recubiertas de una fina capa de estuco que sirve de base al pan de oro con el que se ha dorado todo el objeto. Además de este dorado, la caja se decora con tres cenefas en rojo y azul. En las cenefas rojas, que ornan el pie y la embocadura de la caja, se ha dibujado, mediante la técnica del esgrafiado, un sencillo diseño geométrico a base de círculos, flores de lis y estrellas. En la cenefa central, azul, se ha esgrafiado un texto en letras capitales romanas, ahora parcialmente perdido. Los fragmentos legibles, “O sacrum convivium in quo Christus sumitur recolitur” pertenecen a un texto latino en honor de la Eucaristía que se incluye en el la antífona del oficio de Vísperas y cuya autoría se atribuye a Santo Tomás de Aquino. Este texto permite establecer que la caja fue empleada en origen para conservar la reserva eucarística, esto es, la hostia consagrada, hasta su empleo en la comunión del sacerdote y los fieles a lo largo de la liturgia de la misa. A lo largo de la baja edad media se fue creando una gran conciencia de la importancia de guardar y mostrar con decoro e incluso de forma suntuosa la Sagrada Forma o Eucaristía, y a este fin fueron creadas diversas tipologías de objetos, las más antiguas de las cuales fueron las arquetas eucarísticas, cajas como la que ahora presentamos, bellamente decoradas, que se disponían sobre el altar, a la vista de todos los fieles. Más tarde se crearon los ostensorios, que permitían ver directamente la eucaristía, aunque las cajas se siguieron empleando.
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