Escuela holandesa; siglo XVII. “Las tentaciones de San Antonio Abad”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes y restauraciones. Medidas: 61 x 77 cm; 75 x 90 cm (marco). Obra devocional en la cual el artista presenta una composición clásica, de fácil lectura, pero de gran interés. En primer lugar, divide claramente el espacio en dos; la zona derecha en la cual se presenta un amplio paisaje, en el que se divisa una gran profundidad que es dominada, en su final, por una construcción arquitectónica que se encuentra ubicada sobre las rocas, y en el lado izquierdo una cueva donde vemos un cortejo que se arremolina en torno a la figura de San Antonio. Según la leyenda, San Antonio nació hacia el 251 en Egipto, y muy joven se retiró a la soledad del desierto. Fue especialmente venerado en Cataluña, donde se le atribuyeron aventuras y milagros que sirvieron de tema a Jaume Huguet (1412-1492) para su gran retablo de San Antonio en Barcelona. Este santo es representado habitualmente como aquí vemos, como un anciano barbado que viste sayal con capucha, prenda común de los antonitas. Suele presentársele leyendo las Sagradas Escrituras, y el episodio de sus tentaciones en el desierto es, junto a su visita a Pablo el ermitaño, el más representado. La iconografía de las tentaciones de San Antonio fue representada por primera vez en Italia, en el siglo X, y en la Europa medieval se representó de manera frecuente, en la pintura, en los libros miniados, y más tarde en los grabados alemanes. Es un tema que interesaba especialmente por reflejar la lucha entre el Bien y el Mal, entre Cristo y Satanás. En esta obra se plasma al santo ermitaño en el desierto, meditando sobre las Escrituras y la fugacidad de los placeres terrenales, como atestigua el libro que le acompañan, aunque no aparecen la habitual calavera, la cruz y el reloj de arena. La obra puede relacionarse estéticamente con la pintura de Daniel Van Heil (Bruselas, hacia 1604-1662)Mientras que en el siglo XVII la demanda de arte religioso para las iglesias cesaba radicalmente en las provincias del norte, la actual Holanda, en Flandes florece en cambio un arte monumental al servicio de la Iglesia católica, en parte debido a la necesaria restauración de los estragos que las guerras habían causado en iglesias y conventos. En el terreno del arte profano, los pintores flamencos trabajan para la corte en Bruselas y también para las demás cortes de Europa, produciendo una pintura con temas clásicos, mitológicos e históricos que había de decorar brillantemente los Reales Sitios de España, Francia e Inglaterra. En Holanda, en cambio, el trabajo del artista está destinado principalmente a una burguesía que establece la demanda de obras de pequeño a mediano formato y de temas que ilustran la vida y la naturaleza de esa región. Mientras los pintores flamencos trabajan por encargo de un mecenas, los holandeses pintan para vender a esa burguesía lo que producen. La demanda de pintura de historia o alegórica para la decoración de residencias palaciegas desaparece casi por completo; poca es la pintura monumental que se produce en Holanda en el siglo XVII, y gran parte de ella está realizada por artistas flamencos. Aunque Bruselas era el centro político de Flandes, Amberes era la ciudad donde se había centrado la actividad artística más importante desde el siglo XVI. Amberes había gozado de una relevante posición en Europa durante ese siglo, pues su puerto había sido el más activo de los Países Bajos, y éstos habían prospe
Escuela holandesa; siglo XVII. “Las tentaciones de San Antonio Abad”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta repintes y restauraciones. Medidas: 61 x 77 cm; 75 x 90 cm (marco). Obra devocional en la cual el artista presenta una composición clásica, de fácil lectura, pero de gran interés. En primer lugar, divide claramente el espacio en dos; la zona derecha en la cual se presenta un amplio paisaje, en el que se divisa una gran profundidad que es dominada, en su final, por una construcción arquitectónica que se encuentra ubicada sobre las rocas, y en el lado izquierdo una cueva donde vemos un cortejo que se arremolina en torno a la figura de San Antonio. Según la leyenda, San Antonio nació hacia el 251 en Egipto, y muy joven se retiró a la soledad del desierto. Fue especialmente venerado en Cataluña, donde se le atribuyeron aventuras y milagros que sirvieron de tema a Jaume Huguet (1412-1492) para su gran retablo de San Antonio en Barcelona. Este santo es representado habitualmente como aquí vemos, como un anciano barbado que viste sayal con capucha, prenda común de los antonitas. Suele presentársele leyendo las Sagradas Escrituras, y el episodio de sus tentaciones en el desierto es, junto a su visita a Pablo el ermitaño, el más representado. La iconografía de las tentaciones de San Antonio fue representada por primera vez en Italia, en el siglo X, y en la Europa medieval se representó de manera frecuente, en la pintura, en los libros miniados, y más tarde en los grabados alemanes. Es un tema que interesaba especialmente por reflejar la lucha entre el Bien y el Mal, entre Cristo y Satanás. En esta obra se plasma al santo ermitaño en el desierto, meditando sobre las Escrituras y la fugacidad de los placeres terrenales, como atestigua el libro que le acompañan, aunque no aparecen la habitual calavera, la cruz y el reloj de arena. La obra puede relacionarse estéticamente con la pintura de Daniel Van Heil (Bruselas, hacia 1604-1662)Mientras que en el siglo XVII la demanda de arte religioso para las iglesias cesaba radicalmente en las provincias del norte, la actual Holanda, en Flandes florece en cambio un arte monumental al servicio de la Iglesia católica, en parte debido a la necesaria restauración de los estragos que las guerras habían causado en iglesias y conventos. En el terreno del arte profano, los pintores flamencos trabajan para la corte en Bruselas y también para las demás cortes de Europa, produciendo una pintura con temas clásicos, mitológicos e históricos que había de decorar brillantemente los Reales Sitios de España, Francia e Inglaterra. En Holanda, en cambio, el trabajo del artista está destinado principalmente a una burguesía que establece la demanda de obras de pequeño a mediano formato y de temas que ilustran la vida y la naturaleza de esa región. Mientras los pintores flamencos trabajan por encargo de un mecenas, los holandeses pintan para vender a esa burguesía lo que producen. La demanda de pintura de historia o alegórica para la decoración de residencias palaciegas desaparece casi por completo; poca es la pintura monumental que se produce en Holanda en el siglo XVII, y gran parte de ella está realizada por artistas flamencos. Aunque Bruselas era el centro político de Flandes, Amberes era la ciudad donde se había centrado la actividad artística más importante desde el siglo XVI. Amberes había gozado de una relevante posición en Europa durante ese siglo, pues su puerto había sido el más activo de los Países Bajos, y éstos habían prospe
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