Escuela cordobesa; siglo XVII. “San Pablo”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta restauraciones. Medidas: 36,5 x 27 cm; 43,5 x 34 cm (marco). Mirando al espectador con gesto serio y reflexivo, el protagonista de esta obra se presenta como un hombre sabio, por su experiencia y por el libro que sostiene entre sus manos. Además, con la otra, agarra un báculo, que nos indica su poder de mando y autoridad. Sentado en un paisaje de tonos ocres y terrosos, es posible que se trate de la representación de San Pablo, además su habitual manto rojo, y sus barbas son características iconográficas habituales en la representación de dicho santo. El siglo XVII supone en la escuela andaluza la llegada del barroco, con el triunfo del naturalismo frente al idealismo manierista, una factura suelta y otras muchas libertades estéticas. En este momento la escuela alcanza su mayor esplendor, tanto por la calidad de las obras como por el rango primordial de la pintura barroca hispalense. Así, durante la transición al barroco encontramos a Juan del Castillo, Antonio Mohedano y Francisco Herrera el Viejo, en cuyas obras se manifiesta ya la pincelada rápida y el crudo realismo del estilo, y Juan de Roelas, introductor del colorismo veneciano. A mediados de la centuria se produce la plenitud del periodo, con figuras como Zurbarán, un joven Alonso Cano y Velázquez. Finalmente, en el último tercio del siglo encontramos a Murillo y Valdés Leal, fundadores en 1660 de una Academia donde se formarán muchos de los pintores activos durante el primer cuarto del siglo XVIII, como es el caso de Meneses Osorio, Sebastián Gómez, Lucas Valdés y otros.
Escuela cordobesa; siglo XVII. “San Pablo”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta restauraciones. Medidas: 36,5 x 27 cm; 43,5 x 34 cm (marco). Mirando al espectador con gesto serio y reflexivo, el protagonista de esta obra se presenta como un hombre sabio, por su experiencia y por el libro que sostiene entre sus manos. Además, con la otra, agarra un báculo, que nos indica su poder de mando y autoridad. Sentado en un paisaje de tonos ocres y terrosos, es posible que se trate de la representación de San Pablo, además su habitual manto rojo, y sus barbas son características iconográficas habituales en la representación de dicho santo. El siglo XVII supone en la escuela andaluza la llegada del barroco, con el triunfo del naturalismo frente al idealismo manierista, una factura suelta y otras muchas libertades estéticas. En este momento la escuela alcanza su mayor esplendor, tanto por la calidad de las obras como por el rango primordial de la pintura barroca hispalense. Así, durante la transición al barroco encontramos a Juan del Castillo, Antonio Mohedano y Francisco Herrera el Viejo, en cuyas obras se manifiesta ya la pincelada rápida y el crudo realismo del estilo, y Juan de Roelas, introductor del colorismo veneciano. A mediados de la centuria se produce la plenitud del periodo, con figuras como Zurbarán, un joven Alonso Cano y Velázquez. Finalmente, en el último tercio del siglo encontramos a Murillo y Valdés Leal, fundadores en 1660 de una Academia donde se formarán muchos de los pintores activos durante el primer cuarto del siglo XVIII, como es el caso de Meneses Osorio, Sebastián Gómez, Lucas Valdés y otros.
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