Escuela italiana, s.XVII. "Derrota de Diómedes, rey de Tracia". Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta en la parte superior derecha una figura de San Francisco pintada en época posterior a la original. Medidas: 49 x 68 cm.; 58 x 77 cm. (marco). En esta pintura italiana de época barroca de dinámica composición aparece representado el tema de la victoria de Hércules sobre Diómedes, en el momento de ser aplastado por un caballo encabritado. Se narra un episodio de los trabajos de Hércules que ha sido tratado en numerosas ocasiones en pinturas y esculturas de distintos periodos. Nos referimos al octavo de los doce trabajos del héroe, que consistía en capturar a las cuatro yeguas de Diomedes, que comían carne humana. Su dueño las tenía atadas con cadenas y las alimentaba con la carne de sus inocentes huéspedes. Hércules consiguió arrebatárselas a Diomedes, quien fue a su encuentro con su ejército, pero este lo venció y arrojó el cuerpo aún con vida a las yeguas. Tras devorar el cadáver, las yeguas se volvieron tan mansas que Heracles las pudo atar al carro de Diomedes y se las llevó a Micenas, donde fueron regaladas a Hera.
Escuela italiana, s.XVII. "Derrota de Diómedes, rey de Tracia". Óleo sobre lienzo. Reentelado. Presenta en la parte superior derecha una figura de San Francisco pintada en época posterior a la original. Medidas: 49 x 68 cm.; 58 x 77 cm. (marco). En esta pintura italiana de época barroca de dinámica composición aparece representado el tema de la victoria de Hércules sobre Diómedes, en el momento de ser aplastado por un caballo encabritado. Se narra un episodio de los trabajos de Hércules que ha sido tratado en numerosas ocasiones en pinturas y esculturas de distintos periodos. Nos referimos al octavo de los doce trabajos del héroe, que consistía en capturar a las cuatro yeguas de Diomedes, que comían carne humana. Su dueño las tenía atadas con cadenas y las alimentaba con la carne de sus inocentes huéspedes. Hércules consiguió arrebatárselas a Diomedes, quien fue a su encuentro con su ejército, pero este lo venció y arrojó el cuerpo aún con vida a las yeguas. Tras devorar el cadáver, las yeguas se volvieron tan mansas que Heracles las pudo atar al carro de Diomedes y se las llevó a Micenas, donde fueron regaladas a Hera.
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