Escuela holandesa; siglo XVII. “Jarrón con claveles, rosas y girasoles”. Óleo sobre lienzo. Medidas: 94,5 x 72,5 cm; 110 x 90 cm (marco). Sobre un fondo completamente negro se encuentra un jarrón de destellos plateados que contiene un ramo de flores variadas, de distintos colores, acompañadas por algunos tallos. Debido a sus características estilísticas se puede observar el gusto del artista por captar el naturalismo, llegando a describir minuciosamente los detalles de y los elementos que conforman el conjunto con un gran interés en captar las calidades de cada aunó. Las flores aparecen plenas, casi a punto de marchitarse a diferencia de lo que ocurre en el periodo artístico del Rococó, en el cual se prefiere mostrar las flores a medio abrir, sin esa plenitud alcanzada ya. El jarrón se presenta en el centro del cuadro, con las diagonales habituales de las composiciones barrocas dibujadas por las flores y sus tallos. El aspecto lumínico, por otra parte, es clave en esta obra, y revela la directa influencia del barroco tenebrista, que llega a estos pintores bodegonistas de la época. La obra recuerda en gran medida a muchas de las pinturas del artista Nicolaes Van Verendael o Veerendael (Amberes 1640 – 1691)., hijo del también pintor Willem van Veerendael, se formó en el taller familiar, junto a su progenitor, para más tarde pasar a formar parte del gremio de San Lucas de Amberes, su ciudad natal, en el que estaban agrupados los pintores. Fue un artista especializado en la pintura de género, y su producción está formada básicamente por naturalezas muertas, escenas de bodegón, composiciones florales y las llamadas “singeries”, un curioso subgénero que consiste en escenas irónicas y humorísticas protagonizadas por monos, de gran éxito en el entorno flamenco y en los Países Bajos del siglo XVII. Su pintura es cuidadosa, realizada con minuciosidad y un conocimiento y dominio exhaustivo de la técnica del óleo. El preciosismo de su pincelada le llevó a dilatar los tiempos de finalización de sus obras y, en consecuencia, a una producción relativamente baja, que comportaría graves estrecheces económicas para el pintor. En su pintura de flores se muestra influido por otro pintor de Amberes, Daniel Seghers, y en ocasiones colaboró con otros artistas en la pintura de vanitas o bodegones, encargándose de los motivos florales habitualmente. Entre los pintores con los que trabajó se cuentan Jan Davidsz de Heem, Carstian Luyckx y David Teniers II. La composición que ahora presentamos está centrada por una hornacina barroca, rematada con roleos, en cuyo centro aparece una copa de cristal. El cristal transparente permite apreciar el tono rojizo del vino que contiene en su interior. La hornacina queda circundada por una exuberante guirnalda floral de gran realismo, en la que pueden distinguirse rosas, claveles, lirios y otras especies vegetales. Al valor decorativo de las flores se suma, probablemente, un contenido simbólico: rosas, claveles y lirios son flores vinculadas habitualmente a la Virgen y a Cristo, emblema de pureza, belleza, castidad y humildad. También la copa tiene, probablemente, una lectura en clave simbólica, eucarística, como referencia al vino de la eucaristía, más allá de su valor decorativo como naturaleza muerta. La pintura es una muestra de la factura técnica detallista, precisa y minuciosa de Nicolaes van Verendael y de su dominio de las posibilidades del óleo a la hora de sugerir texturas y formas, las cualidades m
Escuela holandesa; siglo XVII. “Jarrón con claveles, rosas y girasoles”. Óleo sobre lienzo. Medidas: 94,5 x 72,5 cm; 110 x 90 cm (marco). Sobre un fondo completamente negro se encuentra un jarrón de destellos plateados que contiene un ramo de flores variadas, de distintos colores, acompañadas por algunos tallos. Debido a sus características estilísticas se puede observar el gusto del artista por captar el naturalismo, llegando a describir minuciosamente los detalles de y los elementos que conforman el conjunto con un gran interés en captar las calidades de cada aunó. Las flores aparecen plenas, casi a punto de marchitarse a diferencia de lo que ocurre en el periodo artístico del Rococó, en el cual se prefiere mostrar las flores a medio abrir, sin esa plenitud alcanzada ya. El jarrón se presenta en el centro del cuadro, con las diagonales habituales de las composiciones barrocas dibujadas por las flores y sus tallos. El aspecto lumínico, por otra parte, es clave en esta obra, y revela la directa influencia del barroco tenebrista, que llega a estos pintores bodegonistas de la época. La obra recuerda en gran medida a muchas de las pinturas del artista Nicolaes Van Verendael o Veerendael (Amberes 1640 – 1691)., hijo del también pintor Willem van Veerendael, se formó en el taller familiar, junto a su progenitor, para más tarde pasar a formar parte del gremio de San Lucas de Amberes, su ciudad natal, en el que estaban agrupados los pintores. Fue un artista especializado en la pintura de género, y su producción está formada básicamente por naturalezas muertas, escenas de bodegón, composiciones florales y las llamadas “singeries”, un curioso subgénero que consiste en escenas irónicas y humorísticas protagonizadas por monos, de gran éxito en el entorno flamenco y en los Países Bajos del siglo XVII. Su pintura es cuidadosa, realizada con minuciosidad y un conocimiento y dominio exhaustivo de la técnica del óleo. El preciosismo de su pincelada le llevó a dilatar los tiempos de finalización de sus obras y, en consecuencia, a una producción relativamente baja, que comportaría graves estrecheces económicas para el pintor. En su pintura de flores se muestra influido por otro pintor de Amberes, Daniel Seghers, y en ocasiones colaboró con otros artistas en la pintura de vanitas o bodegones, encargándose de los motivos florales habitualmente. Entre los pintores con los que trabajó se cuentan Jan Davidsz de Heem, Carstian Luyckx y David Teniers II. La composición que ahora presentamos está centrada por una hornacina barroca, rematada con roleos, en cuyo centro aparece una copa de cristal. El cristal transparente permite apreciar el tono rojizo del vino que contiene en su interior. La hornacina queda circundada por una exuberante guirnalda floral de gran realismo, en la que pueden distinguirse rosas, claveles, lirios y otras especies vegetales. Al valor decorativo de las flores se suma, probablemente, un contenido simbólico: rosas, claveles y lirios son flores vinculadas habitualmente a la Virgen y a Cristo, emblema de pureza, belleza, castidad y humildad. También la copa tiene, probablemente, una lectura en clave simbólica, eucarística, como referencia al vino de la eucaristía, más allá de su valor decorativo como naturaleza muerta. La pintura es una muestra de la factura técnica detallista, precisa y minuciosa de Nicolaes van Verendael y de su dominio de las posibilidades del óleo a la hora de sugerir texturas y formas, las cualidades m
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