Escuela española del siglo XVI. “San Sebastián”. Madera tallada y policromada. Base posterior. Con repintes y restauraciones. Medidas: 101 x 42 x 26 cm. Imagen de bulto redondo tallada en madera y policromada, con paño de pureza y cabellos dorados, enmarcada dentro de la escuela española del siglo XVI. Se representa al santo atado al árbol, con las flechas ya clavadas sobre su cuerpo. De aspecto joven y atlético, como en normal en la representación de san Sebastián, alza su mirada al cielo, aceptando su martirio con serenidad y fe. Vemos una imagen marcada por un naturalismo anatómico de raíz clasicista, con un trabajo de la anatomía detallado. Destaca además la postura, con una pierna adelantada a la otra, siguiendo modelos de la estatuaria clásica, sustituyendo a los pies juntos de la medieval. La policromía busca el naturalismo en las carnaciones. Nacido en las Galias y criado en Milán, Sebastián fue centurión de la primera cohorte en los tiempos del emperador Diocleciano (finales del siglo III – principios del IV). Denunciado porque exhortó a sus amigos Marcos y Marcelino a permanecer firmes en su fe, por orden del emperador fue atado a un poste en el centro del campo de Marte, y sirvió de diana viva a los arqueros que lo asaetearon. Pero no murió por ello. La viuda Irene, que quería levantar su cuerpo para darle sepultura, advirtió que aún respiraba, vendó sus heridas y le salvó la vida. Después de su curación reapareció ante Diocleciano para reprocharle su crueldad ante los cristianos. Entonces fue flagelado, se le dio muerte a palos en el circo y su cadáver fue arrojado a la cloaca Máxima. Poco tiempo después, san Sebastián se aparece a santa Lucila mientras duerme para revelarle el sitio donde se encuentran sus restos, y le pide que le dé sepultura en las catacumbas.
Escuela española del siglo XVI. “San Sebastián”. Madera tallada y policromada. Base posterior. Con repintes y restauraciones. Medidas: 101 x 42 x 26 cm. Imagen de bulto redondo tallada en madera y policromada, con paño de pureza y cabellos dorados, enmarcada dentro de la escuela española del siglo XVI. Se representa al santo atado al árbol, con las flechas ya clavadas sobre su cuerpo. De aspecto joven y atlético, como en normal en la representación de san Sebastián, alza su mirada al cielo, aceptando su martirio con serenidad y fe. Vemos una imagen marcada por un naturalismo anatómico de raíz clasicista, con un trabajo de la anatomía detallado. Destaca además la postura, con una pierna adelantada a la otra, siguiendo modelos de la estatuaria clásica, sustituyendo a los pies juntos de la medieval. La policromía busca el naturalismo en las carnaciones. Nacido en las Galias y criado en Milán, Sebastián fue centurión de la primera cohorte en los tiempos del emperador Diocleciano (finales del siglo III – principios del IV). Denunciado porque exhortó a sus amigos Marcos y Marcelino a permanecer firmes en su fe, por orden del emperador fue atado a un poste en el centro del campo de Marte, y sirvió de diana viva a los arqueros que lo asaetearon. Pero no murió por ello. La viuda Irene, que quería levantar su cuerpo para darle sepultura, advirtió que aún respiraba, vendó sus heridas y le salvó la vida. Después de su curación reapareció ante Diocleciano para reprocharle su crueldad ante los cristianos. Entonces fue flagelado, se le dio muerte a palos en el circo y su cadáver fue arrojado a la cloaca Máxima. Poco tiempo después, san Sebastián se aparece a santa Lucila mientras duerme para revelarle el sitio donde se encuentran sus restos, y le pide que le dé sepultura en las catacumbas.
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