Relicario, s.XVII. En plata. Miniatura sobre vitela. Escudo de obispo burilado en la base. Medidas: 22 x 16 x 10 cm. El presente relicario, de trabajo español, fechado en el último tercio del siglo XVII, está realizado en plata con una estructura inspirada en las custodias. Consta de un círculo de hornacinas rodeando un medallón-hornacina central con representación de Cristo en actitud de bendecir o Salvator Mundi, sobre vitela, una miniatura resuelta con delicada factura. Cada uno de los medallones ovales montados en plata estaba concebido para portar una reliquia distinta. Los anversos del círculo, en este caso, llevan leyenda referentes a las reliquias en cuestión y una cruz como único símbolo inscrito en cada una. El pie de plata combina molduras y resaltes, decorándose en la parte superior con tres flores, también de plata. El uso de relicarios se convirtió en una parte importante de las prácticas cristianas desde al menos el siglo IV, inicialmente en las Iglesias orientales, que adoptaron la práctica de trasladar y dividir los cuerpos de los santos mucho antes que Occidente, probablemente en parte porque la nueva capital de Constantinopla, a diferencia de Roma, carecía de santos enterrados. Los relicarios proporcionan un medio para proteger y exhibir reliquias y a lo largo de los años han adquirido diversidad de formas y diseños.
Relicario, s.XVII. En plata. Miniatura sobre vitela. Escudo de obispo burilado en la base. Medidas: 22 x 16 x 10 cm. El presente relicario, de trabajo español, fechado en el último tercio del siglo XVII, está realizado en plata con una estructura inspirada en las custodias. Consta de un círculo de hornacinas rodeando un medallón-hornacina central con representación de Cristo en actitud de bendecir o Salvator Mundi, sobre vitela, una miniatura resuelta con delicada factura. Cada uno de los medallones ovales montados en plata estaba concebido para portar una reliquia distinta. Los anversos del círculo, en este caso, llevan leyenda referentes a las reliquias en cuestión y una cruz como único símbolo inscrito en cada una. El pie de plata combina molduras y resaltes, decorándose en la parte superior con tres flores, también de plata. El uso de relicarios se convirtió en una parte importante de las prácticas cristianas desde al menos el siglo IV, inicialmente en las Iglesias orientales, que adoptaron la práctica de trasladar y dividir los cuerpos de los santos mucho antes que Occidente, probablemente en parte porque la nueva capital de Constantinopla, a diferencia de Roma, carecía de santos enterrados. Los relicarios proporcionan un medio para proteger y exhibir reliquias y a lo largo de los años han adquirido diversidad de formas y diseños.
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