Escuela napolitana; principios del siglo XVIII. "Gaspar de Bono". Óleo sobre lienzo. Reentlado. Presenta repintes. Medidas: 94 x 69 cm. El retrato sigue en cierto modo, modelos heredados de época barroca como se puede apreciar en la representación del gran cortinaje situado en la zona superior derecha. La escena de carácter narrativo, muestra la figura de un religioso que sostiene en sus manos un crucifijo y en la otra una biblia. El protagonista con nimbo de santidad, dirige su mirada al cielo, la cual hace coincidir con un rayo de luz que proviene del paisaje exterior y cruza la estancia hasta llegar al retratado. A pesar de su humilde vestimenta de color negro, podemos discernir que se trata de un elevado cargo de la iglesia, ya que en el suelo se puede apreciar la mitra y el báculo espiscopal. El retrato cuenta con un fondo de paisaje idealizado, del tipo habitual en las obras de escuela italiana, suavizando ya las características barrocas de los mismos. En primer término, y ayudándose de un árbol, se cierra la composición a través de la arquitectura en la cual se encuentra inscrito el personaje principal. El signo distintivo de la escuela napolitana ha sido siempre su fuerte carácter naturalista, su color caliente, con dominantes rojizos y castaños y el cultivo, junto con el cuadro de altar, de un tipo de pintura realista su mejor exponente. En Nápoles la influencia de José Ribera fue igual o superior a la de Caravaggio. Su naturalismo, más sensual y de materia, más vigoroso y vehemente, menos intelectual que el de éste, se hace con el tiempo permeable a las influencias venecianas y flamencas, enriqueciéndose de color y aligerándose de técnica, especialmente a partir de 1635. Sus discípulos más fieles, son la familia Fracanzano, Cesare (1600-51) y Francesco (1612-56), Bartolomeo Bassante (1614-56), Paolo Domenico Finoglia (1590-1645) y algunos otros que cultivan luego géneros especiales como Aniello Falcone (1607-56), Salvatore Rosa (1615-73) o Luca Giordano. Sin embargo a partir de la época barroca, los colores se fueron suavizando y matizando sin optar ya tanto por el tenebrismo, pero si conservando una gran teatralidad en las representaciones.
Escuela napolitana; principios del siglo XVIII. "Gaspar de Bono". Óleo sobre lienzo. Reentlado. Presenta repintes. Medidas: 94 x 69 cm. El retrato sigue en cierto modo, modelos heredados de época barroca como se puede apreciar en la representación del gran cortinaje situado en la zona superior derecha. La escena de carácter narrativo, muestra la figura de un religioso que sostiene en sus manos un crucifijo y en la otra una biblia. El protagonista con nimbo de santidad, dirige su mirada al cielo, la cual hace coincidir con un rayo de luz que proviene del paisaje exterior y cruza la estancia hasta llegar al retratado. A pesar de su humilde vestimenta de color negro, podemos discernir que se trata de un elevado cargo de la iglesia, ya que en el suelo se puede apreciar la mitra y el báculo espiscopal. El retrato cuenta con un fondo de paisaje idealizado, del tipo habitual en las obras de escuela italiana, suavizando ya las características barrocas de los mismos. En primer término, y ayudándose de un árbol, se cierra la composición a través de la arquitectura en la cual se encuentra inscrito el personaje principal. El signo distintivo de la escuela napolitana ha sido siempre su fuerte carácter naturalista, su color caliente, con dominantes rojizos y castaños y el cultivo, junto con el cuadro de altar, de un tipo de pintura realista su mejor exponente. En Nápoles la influencia de José Ribera fue igual o superior a la de Caravaggio. Su naturalismo, más sensual y de materia, más vigoroso y vehemente, menos intelectual que el de éste, se hace con el tiempo permeable a las influencias venecianas y flamencas, enriqueciéndose de color y aligerándose de técnica, especialmente a partir de 1635. Sus discípulos más fieles, son la familia Fracanzano, Cesare (1600-51) y Francesco (1612-56), Bartolomeo Bassante (1614-56), Paolo Domenico Finoglia (1590-1645) y algunos otros que cultivan luego géneros especiales como Aniello Falcone (1607-56), Salvatore Rosa (1615-73) o Luca Giordano. Sin embargo a partir de la época barroca, los colores se fueron suavizando y matizando sin optar ya tanto por el tenebrismo, pero si conservando una gran teatralidad en las representaciones.
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