Escuela italiana de la segunda mitad del siglo XVII. “San Roque”. Óleo sobre lienzo original. Presenta restauraciones. Medidas: 138 x 106 cm. El artista de la presente obra nos brinda una imagen de San Roque con el ángel, un episodio que alude a la vocación del santo en asistir a los enfermos en los hospitales. Según la leyenda, un ángel asistió la úlcera que tenía en su muslo, cuyo dolor le obligaba a gritar en voz alta, y cuidó de él. Sin embargo, no todas las fuentes son defensoras de esta historia, sino que también se cree que el ángel en realidad fue un hombre llamado Gothard. San Roque es un santo del siglo XIV cuyas biografías, francesas o italianas, de carácter legendario, se remontan a finales del siglo XV. De hecho, puede decirse que es más conocido por la devoción popular que por la historia de su vida. Nació en Montpellier hacia 1350, quedando huérfano a muy temprana edad. Cuando murieron sus padres repartió la fortuna familiar entre los pobres y los hospitales, vistió hábito de peregrino y en 1367 se dirigió a Roma, donde permaneció tres años, hasta 1371. Al llegar a Acquapendente, en los Apeninos, encontró una ciudad devastada por la peste; se quedó, y se dedicó a asistir y animar a los enfermos, curándolos. Al regresar de su peregrinación, en Plasencia sintió los primeros síntomas de la enfermedad, por lo que se retiró a un bosque para morir en soledad y no contagiar a nadie. Según la leyenda, un perro lo alimentaba llevándole pan todos los días, y un ángel lo curaba. Restablecido, partió hacia Montpellier y allí nadie pudo reconocerlo, ni siquiera su tío. Fue denunciado como espía y encarcelado, y un día su carcelero lo halló muerto. En realidad habría muerto en Lombardía, hacia 1379. Esta leyenda es copiada en parte de la de San Alejo, quien regresó de los Santos Lugares para morir en Roma como mendigo anónimo, bajo la escalera de la casa paterna.
Escuela italiana de la segunda mitad del siglo XVII. “San Roque”. Óleo sobre lienzo original. Presenta restauraciones. Medidas: 138 x 106 cm. El artista de la presente obra nos brinda una imagen de San Roque con el ángel, un episodio que alude a la vocación del santo en asistir a los enfermos en los hospitales. Según la leyenda, un ángel asistió la úlcera que tenía en su muslo, cuyo dolor le obligaba a gritar en voz alta, y cuidó de él. Sin embargo, no todas las fuentes son defensoras de esta historia, sino que también se cree que el ángel en realidad fue un hombre llamado Gothard. San Roque es un santo del siglo XIV cuyas biografías, francesas o italianas, de carácter legendario, se remontan a finales del siglo XV. De hecho, puede decirse que es más conocido por la devoción popular que por la historia de su vida. Nació en Montpellier hacia 1350, quedando huérfano a muy temprana edad. Cuando murieron sus padres repartió la fortuna familiar entre los pobres y los hospitales, vistió hábito de peregrino y en 1367 se dirigió a Roma, donde permaneció tres años, hasta 1371. Al llegar a Acquapendente, en los Apeninos, encontró una ciudad devastada por la peste; se quedó, y se dedicó a asistir y animar a los enfermos, curándolos. Al regresar de su peregrinación, en Plasencia sintió los primeros síntomas de la enfermedad, por lo que se retiró a un bosque para morir en soledad y no contagiar a nadie. Según la leyenda, un perro lo alimentaba llevándole pan todos los días, y un ángel lo curaba. Restablecido, partió hacia Montpellier y allí nadie pudo reconocerlo, ni siquiera su tío. Fue denunciado como espía y encarcelado, y un día su carcelero lo halló muerto. En realidad habría muerto en Lombardía, hacia 1379. Esta leyenda es copiada en parte de la de San Alejo, quien regresó de los Santos Lugares para morir en Roma como mendigo anónimo, bajo la escalera de la casa paterna.
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