Escuela flamenca, siguiendo modelos del siglo XVII; siglo XIX. “Escena del antiguo testamento”. Óleo sobre cobre. Medidas: 86 x 103 cm; 111 x 127 cm (marco). Construida con una perspectiva clásica, el autor de esta imagen presenta un espacio concebido en profundidad, alternando un interior con una zona exterior que dispone magistralmente en el área izquierda de la escena a modo de vano, cuyas diagonales permiten estructurar el espacio. En el interior de la obra dos figuras protagonizan la imagen, una dama elegantemente vestida que se lleva el índice a los labios indicándole a su compañero que guarde silencio y un hombre. Su opuesto masculino se agacha levemente ofreciéndole lo que parece una manzana o una granada y sosteniendo en su otra mano un halcón, símbolo de una modalidad de caza que solo estaba reservada a las clases superiores. Esta postura del personaje masculino y la actitud de la joven podrían indicar el pecado, que está siendo contemplado por varios personajes de aspecto grotesco, situados en el vano anteriormente mencionado. Volviendo al interior, observamos como la dama apoya su mano en una mesa donde se ve un libro abierto, un astrolabio y una esfera, elementos que representan la inteligencia y la sabiduría. En el último plano , una estructura circular define el centro, situándose sobre las cabezas de los protagonistas, y dinamizando el espacio. Es interesante destacar las dimensiones de esta obra por su soporte, ya que normalmente el cobre se destinaba a piezas de pequeño formato, mientras que esta pintura posee unas dimensiones considerables. En esta obra del siglo XIX, el autor busca una estética y una temática inspirada en la pintura del siglo XVII, especialmente en la escuela flamenca. Durante el siglo XVI, el estilo realista de los Países Bajos influyó mucho fuera, sobre todo en Italia, pero en el XVII el panorama se invierte. El Renacimiento italiano se difunde por Europa, y Amberes se convierte en el centro de la escuela flamenca, desbancando a Brujas y funcionando como centro de penetración de las influencias italianas. De este modo, llegan a los Países Bajos influencias manieristas que se superponen al estilo del siglo XVI. Habrá muchos pintores continuadores del estilo de los primitivos flamencos, pero otros se mostrarán tan abiertos a las influencias renacentistas que incluso dejarán de pintar sobre tabla. De hecho, en esta obra se aprecia esa corriente propia del siglo XVII, ya que, a pesar de conservar el detallismo y verismo de la escuela flamenca, el autor apuesta por figuras monumentales y una concepción espacial clásica, propias de la escuela italiana.
Escuela flamenca, siguiendo modelos del siglo XVII; siglo XIX. “Escena del antiguo testamento”. Óleo sobre cobre. Medidas: 86 x 103 cm; 111 x 127 cm (marco). Construida con una perspectiva clásica, el autor de esta imagen presenta un espacio concebido en profundidad, alternando un interior con una zona exterior que dispone magistralmente en el área izquierda de la escena a modo de vano, cuyas diagonales permiten estructurar el espacio. En el interior de la obra dos figuras protagonizan la imagen, una dama elegantemente vestida que se lleva el índice a los labios indicándole a su compañero que guarde silencio y un hombre. Su opuesto masculino se agacha levemente ofreciéndole lo que parece una manzana o una granada y sosteniendo en su otra mano un halcón, símbolo de una modalidad de caza que solo estaba reservada a las clases superiores. Esta postura del personaje masculino y la actitud de la joven podrían indicar el pecado, que está siendo contemplado por varios personajes de aspecto grotesco, situados en el vano anteriormente mencionado. Volviendo al interior, observamos como la dama apoya su mano en una mesa donde se ve un libro abierto, un astrolabio y una esfera, elementos que representan la inteligencia y la sabiduría. En el último plano , una estructura circular define el centro, situándose sobre las cabezas de los protagonistas, y dinamizando el espacio. Es interesante destacar las dimensiones de esta obra por su soporte, ya que normalmente el cobre se destinaba a piezas de pequeño formato, mientras que esta pintura posee unas dimensiones considerables. En esta obra del siglo XIX, el autor busca una estética y una temática inspirada en la pintura del siglo XVII, especialmente en la escuela flamenca. Durante el siglo XVI, el estilo realista de los Países Bajos influyó mucho fuera, sobre todo en Italia, pero en el XVII el panorama se invierte. El Renacimiento italiano se difunde por Europa, y Amberes se convierte en el centro de la escuela flamenca, desbancando a Brujas y funcionando como centro de penetración de las influencias italianas. De este modo, llegan a los Países Bajos influencias manieristas que se superponen al estilo del siglo XVI. Habrá muchos pintores continuadores del estilo de los primitivos flamencos, pero otros se mostrarán tan abiertos a las influencias renacentistas que incluso dejarán de pintar sobre tabla. De hecho, en esta obra se aprecia esa corriente propia del siglo XVII, ya que, a pesar de conservar el detallismo y verismo de la escuela flamenca, el autor apuesta por figuras monumentales y una concepción espacial clásica, propias de la escuela italiana.
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