Escuela flamenca; siglo XVII. “Calvario”. Óleo sobre cobre. Presenta leves restauraciones. Conserva marco antiguo chapado en palosanto. Medidas: 16,5 x 13,5 cm; 21,5 x 18,5 cm (marco). Este lienzo muestra la Crucifixión con la Virgen, María Magdalena y San Juan Evangelista a los pies. En el arte occidental se prefirió la representación de Cristo en la cruz, a modo de escena narrativa, y se sustituyó la figura de san Juan Bautista por la de Juan el Evangelista. Una imagen que en su concepción y su forma son el resultado de la expresión surgida del pueblo y de los sentimientos más hondos que en él anidaban. Quebrantada la economía del Estado, en decadencia la nobleza y cargado de fuertes gravámenes el alto clero, fueron los monasterios, las parroquias y las cofradías de clérigos y seglares los que impulsaron su desarrollo, siendo costeadas las obras en ocasiones mediante suscripción popular. La pintura se vio así abocada a plasmar los ideales imperantes en estos ambientes, que no eran otros que los religiosos, en un momento en el que la doctrina contrarreformista exigía al arte un lenguaje realista para que el fiel comprendiera y se identificara con lo representado, y una expresión dotada de un intenso contenido emocional para incrementar el fervor y la devoción del pueblo. El asunto religioso es, por consiguiente, la temática preferente de la escultura española de este período, que parte en las primeras décadas del siglo de un prioritario interés por captar el natural, para ir intensificando progresivamente a lo largo de la centuria la plasmación de valores expresivos, lo que consigue mediante el movimiento y la variedad de los gestos, la utilización de recursos lumínicos y la representación de estados anímicos y sentimientos. Mientras que en el siglo XVII la demanda de arte religioso para las iglesias cesaba radicalmente en las provincias del norte, la actual Holanda, en Flandes florece en cambio un arte monumental al servicio de la Iglesia católica, en parte debido a la necesaria restauración de los estragos que las guerras habían causado en iglesias y conventos. En el terreno del arte profano, los pintores flamencos trabajan para la corte en Bruselas y también para las demás cortes de Europa, produciendo una pintura con temas clásicos, mitológicos e históricos que había de decorar brillantemente los Reales Sitios de España, Francia e Inglaterra. Así, proliferarán las obras de mediano y pequeño formato, de distintas temáticas perfectamente enmarcadas en un amplio abanico de géneros, tratados por pintores especializados que, a menudo, colaboraban en una misma obra. En este lienzo, en cambio, sí apreciamos las novedades formales, pero no las temáticas ni compositivas, dado que se mantiene la fórmula de la pintura religiosa intimista y sobria del siglo anterior.
Escuela flamenca; siglo XVII. “Calvario”. Óleo sobre cobre. Presenta leves restauraciones. Conserva marco antiguo chapado en palosanto. Medidas: 16,5 x 13,5 cm; 21,5 x 18,5 cm (marco). Este lienzo muestra la Crucifixión con la Virgen, María Magdalena y San Juan Evangelista a los pies. En el arte occidental se prefirió la representación de Cristo en la cruz, a modo de escena narrativa, y se sustituyó la figura de san Juan Bautista por la de Juan el Evangelista. Una imagen que en su concepción y su forma son el resultado de la expresión surgida del pueblo y de los sentimientos más hondos que en él anidaban. Quebrantada la economía del Estado, en decadencia la nobleza y cargado de fuertes gravámenes el alto clero, fueron los monasterios, las parroquias y las cofradías de clérigos y seglares los que impulsaron su desarrollo, siendo costeadas las obras en ocasiones mediante suscripción popular. La pintura se vio así abocada a plasmar los ideales imperantes en estos ambientes, que no eran otros que los religiosos, en un momento en el que la doctrina contrarreformista exigía al arte un lenguaje realista para que el fiel comprendiera y se identificara con lo representado, y una expresión dotada de un intenso contenido emocional para incrementar el fervor y la devoción del pueblo. El asunto religioso es, por consiguiente, la temática preferente de la escultura española de este período, que parte en las primeras décadas del siglo de un prioritario interés por captar el natural, para ir intensificando progresivamente a lo largo de la centuria la plasmación de valores expresivos, lo que consigue mediante el movimiento y la variedad de los gestos, la utilización de recursos lumínicos y la representación de estados anímicos y sentimientos. Mientras que en el siglo XVII la demanda de arte religioso para las iglesias cesaba radicalmente en las provincias del norte, la actual Holanda, en Flandes florece en cambio un arte monumental al servicio de la Iglesia católica, en parte debido a la necesaria restauración de los estragos que las guerras habían causado en iglesias y conventos. En el terreno del arte profano, los pintores flamencos trabajan para la corte en Bruselas y también para las demás cortes de Europa, produciendo una pintura con temas clásicos, mitológicos e históricos que había de decorar brillantemente los Reales Sitios de España, Francia e Inglaterra. Así, proliferarán las obras de mediano y pequeño formato, de distintas temáticas perfectamente enmarcadas en un amplio abanico de géneros, tratados por pintores especializados que, a menudo, colaboraban en una misma obra. En este lienzo, en cambio, sí apreciamos las novedades formales, pero no las temáticas ni compositivas, dado que se mantiene la fórmula de la pintura religiosa intimista y sobria del siglo anterior.
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