Escuela flamenca del siglo XVII-XVIII. Círculo de PHILIPPS WOUWERMAN (Haarlem, 1619–1668). “Caballería en la campiña”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Marco hacia 1900. Medidas: 62 x 79 cm; 75 x 92 cm (marco). Esta pintura representa una naturaleza agreste, monumental y salvaje, habitada tan sólo por los jinetes que galopan velozmente, empequeñecidos ante la grandeza natural. Dejando atrás de manera definitiva el paisajismo clásico que cultivaron los pintores de la escuela española en Roma, no aparecen el orden clásico ni la ruina, y tampoco los paisajes de campiña, evocadores de la Arcadia perdida. Se trata en cambio de una totalmente romántica, dominada por el que fue el principal valor estético de los paisajistas románticos, lo sublime. No se busca la belleza, la calma ni el orden divino reflejado en la naturaleza, sino la expresión de ésta en toda su magnitud, en toda su cruda belleza. La composición es abierta y sólida, construida en función de un primer plano dominado por un camino por el que discurren las figuras, situado a la izquierda de la composición, y un riachuelo a la derecha de la obra. Al fondo se adivinan los riscos de las montañas cercanas y, sobre ellas, un cielo tormentoso y movido. Cabe destacar asimismo la importancia del aspecto lumínico; se trata de una luz crepuscular, que ilumina vivamente unas zonas dejando otras en penumbra, obteniendo una imagen de enorme naturalismo, muy diferente a las compensadas, equilibradas y calmadas escenas del paisaje clásico. Por sus características físicas y estilísticas, esta pintura pudo haber sido realizada por un pintor próximo al círculo de Philips Wouverman. Wouverman era hijo de un modesto pintor de Alkmaar, Paul-Joosten Wouverman, y se convirtió en uno de los más reputados pintores de composiciones religiosas, militares, paisajes y animales, sobre todo caballos, además de pintor de género centrado en la vida elegante de la época y de su marco histórico (castillos, palacios, jardines, etc.). La iniciación de Wouverman como pintor debió desarrollarse en el taller paterno y también en el de Frans Hals según referencias de la época, si bien sus obras no delatan influencias de este pintor. Ingresó en el gremio de pintores de San Lucas en 1640, y en ese momento inicia una carrera prolífica marcada por el éxito comercial. No fue pintor de encargos de gran tamaño, sino que trabajó una pintura de caballete de gran belleza e intimismo, para la que tuvo a toda la nobleza por cliente. También contó con compradores en el extranjero y, aparte de gozar de gran éxito en su época, ganó especial estimación en la Francia de Luis XVI y en la España de Carlos IV. De hecho, del Palacio Real proceden los cuadros de su mano que figuran hoy en el Prado. Además, a día de hoy podemos encontrar obras de Wouverman en el Museo Thyssen-Bornemisza, el Hermitage de San Petersburgo, el Louvre de París, el Metropolitan y la Frick Collection de Nueva York, la National Gallery, la Wallace y la Royal Collection de Londres, el Rijksmuseum de Ámsterdam y el Kunsthistorisches Museum de Viena, entre muchos otros.
Escuela flamenca del siglo XVII-XVIII. Círculo de PHILIPPS WOUWERMAN (Haarlem, 1619–1668). “Caballería en la campiña”. Óleo sobre lienzo. Reentelado. Marco hacia 1900. Medidas: 62 x 79 cm; 75 x 92 cm (marco). Esta pintura representa una naturaleza agreste, monumental y salvaje, habitada tan sólo por los jinetes que galopan velozmente, empequeñecidos ante la grandeza natural. Dejando atrás de manera definitiva el paisajismo clásico que cultivaron los pintores de la escuela española en Roma, no aparecen el orden clásico ni la ruina, y tampoco los paisajes de campiña, evocadores de la Arcadia perdida. Se trata en cambio de una totalmente romántica, dominada por el que fue el principal valor estético de los paisajistas románticos, lo sublime. No se busca la belleza, la calma ni el orden divino reflejado en la naturaleza, sino la expresión de ésta en toda su magnitud, en toda su cruda belleza. La composición es abierta y sólida, construida en función de un primer plano dominado por un camino por el que discurren las figuras, situado a la izquierda de la composición, y un riachuelo a la derecha de la obra. Al fondo se adivinan los riscos de las montañas cercanas y, sobre ellas, un cielo tormentoso y movido. Cabe destacar asimismo la importancia del aspecto lumínico; se trata de una luz crepuscular, que ilumina vivamente unas zonas dejando otras en penumbra, obteniendo una imagen de enorme naturalismo, muy diferente a las compensadas, equilibradas y calmadas escenas del paisaje clásico. Por sus características físicas y estilísticas, esta pintura pudo haber sido realizada por un pintor próximo al círculo de Philips Wouverman. Wouverman era hijo de un modesto pintor de Alkmaar, Paul-Joosten Wouverman, y se convirtió en uno de los más reputados pintores de composiciones religiosas, militares, paisajes y animales, sobre todo caballos, además de pintor de género centrado en la vida elegante de la época y de su marco histórico (castillos, palacios, jardines, etc.). La iniciación de Wouverman como pintor debió desarrollarse en el taller paterno y también en el de Frans Hals según referencias de la época, si bien sus obras no delatan influencias de este pintor. Ingresó en el gremio de pintores de San Lucas en 1640, y en ese momento inicia una carrera prolífica marcada por el éxito comercial. No fue pintor de encargos de gran tamaño, sino que trabajó una pintura de caballete de gran belleza e intimismo, para la que tuvo a toda la nobleza por cliente. También contó con compradores en el extranjero y, aparte de gozar de gran éxito en su época, ganó especial estimación en la Francia de Luis XVI y en la España de Carlos IV. De hecho, del Palacio Real proceden los cuadros de su mano que figuran hoy en el Prado. Además, a día de hoy podemos encontrar obras de Wouverman en el Museo Thyssen-Bornemisza, el Hermitage de San Petersburgo, el Louvre de París, el Metropolitan y la Frick Collection de Nueva York, la National Gallery, la Wallace y la Royal Collection de Londres, el Rijksmuseum de Ámsterdam y el Kunsthistorisches Museum de Viena, entre muchos otros.
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