Escuela cretense del siglo XVII. "San Agustín ante la Sagrada Familia". Óleo sobre tabla. Engatillado. Restaurado. Medidas: 65,5 x 72 cm. En esta obra se representa la visita de San Agustín de Hipona, tocado con mitra y envuelto en manto de obispo, al Niño Jesús. Éste, sentado en el regazo de María, toma el bártulo con una mano, estableciéndose un intercambio simbólico entre ambos personajes. José permanece en un segundo plano, como es usual en las representaciones de la Sagrada Familia. Capas, túnicas y mantos han sido plasmados al detalle en su plasticidad y coloridos, bordados de oro y adornos. La luz del día entra por la amplia ventana que se abre en el muro de la estancia. Si bien se ha perdido algo del hieratismo propio del arte bizantino primitivo en favor de un atenuado naturalismo en la composición y un decorativismo en la línea de influencia italiana, la escena presenta muchas de las características propias de esta escuela, que tanta influencia tuvo en el desarrollo de la pintura cretense. Por dicho motivo tanto la composición como las dimensiones de los personajes que conforman la obra, recuerdan en cierto grado a la pintura de iconos. Todos los personajes parecen formar parte del mismo plano, sin destacar ninguno por encima del otro, exceptuando la figura del Niño, que se encuentra en el centro de la composición y que debido a su desnudez, genera un contraste con el resto de los personajes, ataviados con ropas coloridas y llamativas.
Escuela cretense del siglo XVII. "San Agustín ante la Sagrada Familia". Óleo sobre tabla. Engatillado. Restaurado. Medidas: 65,5 x 72 cm. En esta obra se representa la visita de San Agustín de Hipona, tocado con mitra y envuelto en manto de obispo, al Niño Jesús. Éste, sentado en el regazo de María, toma el bártulo con una mano, estableciéndose un intercambio simbólico entre ambos personajes. José permanece en un segundo plano, como es usual en las representaciones de la Sagrada Familia. Capas, túnicas y mantos han sido plasmados al detalle en su plasticidad y coloridos, bordados de oro y adornos. La luz del día entra por la amplia ventana que se abre en el muro de la estancia. Si bien se ha perdido algo del hieratismo propio del arte bizantino primitivo en favor de un atenuado naturalismo en la composición y un decorativismo en la línea de influencia italiana, la escena presenta muchas de las características propias de esta escuela, que tanta influencia tuvo en el desarrollo de la pintura cretense. Por dicho motivo tanto la composición como las dimensiones de los personajes que conforman la obra, recuerdan en cierto grado a la pintura de iconos. Todos los personajes parecen formar parte del mismo plano, sin destacar ninguno por encima del otro, exceptuando la figura del Niño, que se encuentra en el centro de la composición y que debido a su desnudez, genera un contraste con el resto de los personajes, ataviados con ropas coloridas y llamativas.
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